viernes, 23 de octubre de 2015

Día Nacional del Daño Cerebral Adquirido (DCA)


El 26 de octubre de cada año se celebra el Día del Daño Cerebral Adquirido (DCA), con la finalidad de sensibilizar y dar a conocer el Daño Cerebral Adquirido, estar presentes en la sociedad, y poner el foco en las necesidades de atención, de rehabilitación y reintegración social de las personas con daño cerebral adquirido o sobrevenido y sus familias. El DCA se produce por una lesión en el cerebro que ocurre de forma súbita, y cuyo origen no es degenerativo ni congénito. Como resultado se producen alteraciones que afectan al funcionamiento normal del cerebro y, en consecuencia, a las capacidades físicas del organismo, al nivel cognitivo y al conductual.

Según la Federación Española de Daño Cerebral, el DCA es una discapacidad con la que conviven 420.000 personas en nuestro país.

En los países desarrollados se considera al DCA como la primera causa de incapacidad grave y crónica en las personas adultas y, por tanto, es también una de las causas que ocasionan mayor nivel de dependencia. En España se estima que se producen alrededor de 200 casos nuevos de DCA por cada 100.000 habitantes en un año.

Las causas más frecuentes de DCA son los accidentes cerebrovasculares, los traumatismos craneoencefálicos, los tumores y la anoxia cerebral –esta última puede producirse a consecuencia de una parada cardiaca-.

Los accidentes cerebrovasculares (ACV) a los que se suele denominar ictus, se producen porque una zona del cerebro deja de recibir, de forma súbita, suministro de sangre, ya sea porque un trombo o un émbolo lo impiden (ictus isquémico) o bien porque se rompe un vaso sanguíneo que irriga el cerebro (ictus hemorrágico) y ocasiona una hemorragia intracerebral que, además, tendrá como efecto el aumento de la presión intracraneal. Hasta el 85% de los ictus son isquémicos pero los ictus hemorrágicos son más graves y causan mayor mortalidad.

Los traumatismos craneoencefálicos se producen por un golpe brusco que lesiona las estructuras cerebrales, aun cuando la lesión no haya producido un daño visible en el cráneo.

En función del origen del daño, el tratamiento tendrá diferente orientación:

Para el ictus, donde una intervención inmediata y dirigida a corregir la lesión vascular cerebral desde los servicios de emergencias sanitarias podrá evitar, en muchos casos,  secuelas graves.
Para los traumatismos cerebrales, donde será necesaria la intervención hospitalaria de los especialistas según la lesión que se haya producido.
Para los casos de tumores cerebrales, en los que a partir del diagnóstico definitivo se decidirá el tipo de actuación a realizar.
A pesar de estas intervenciones, en un porcentaje de casos quedará una lesión cerebral permanente.

En el momento en que se produce el DCA una de las consecuencias inmediatas es una alteración del nivel de conciencia, que puede variar desde una situación de confusión transitoria, que se recupera en poco tiempo,  a una situación de coma profundo que no siempre va a ser reversible.

Además de afectar al nivel de conciencia, el DCA puede afectar a otras funciones que dirige el cerebro produciendo alteraciones físicas, cognitivas y alteraciones de la conducta. Como consecuencia, la relación de secuelas incluye: parálisis en una mitad del organismo, dificultad para hablar y para comprender lo que se oye, trastornos de la atención, falta de concentración, trastornos del aprendizaje, irritabilidad, inestabilidad emocional,…El grado de las secuelas está relacionado con el grado de la lesión, su extensión, la zona afectada del cerebro, la duración de la interrupción del riego cerebral y también con el estado previo de la persona que sufrió el DCA.

Por tanto las secuelas tampoco serán iguales en todos los casos, ni se presentarán con igual intensidad y, en consecuencia, las posibilidades de recuperación funcional también van a variar de unas personas a otras. El efecto de muchas de estas secuelas es la afectación de la calidad de vida de la persona que ha sufrido un DCA, que va a precisar atención sanitaria y atención social.

Precisamente por las características de este proceso, la atención más adecuada del DCA se enmarca en el ámbito de la atención sociosanitaria, que facilita la valoración, en cada caso, de las necesidades de los pacientes, y define el tipo de recurso asistencial que resulta más indicado para cada persona.




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